Comunicación Padres e Hijos

Todos los padres necesitan tener una buena comunicación con sus hijos. La comunicación favorece la relación, se obtiene un ambiente de unión, de respeto, de tolerancia y de cariño y confianza. Si es importante el diálogo en las relaciones interpersonales, lo es aún más la comunicación en la familia, ésta está guiada por los sentimientos, nos ayuda a establecer contacto con el otro, a dar o recibir información y así expresar aquello que queremos decir, ya sean ideas, sentimientos o sufrimientos. La comunicación ayuda a fortalecer el apego en la familia y entre sus miembros.

A los padres y a las madres les gusta tener con los hijos una comunicación fluida y positiva. Cuando esto no es así, cuando la relación se deteriora y se convierte en superficial, aparecen las dudas y la desconfianza, los problemas pasan por la mente de los padres y surge la angustia. De igual modo hay momentos que los hijos no necesitan comunicar según que aspectos de sus vidas a los padres y este hecho ha de ser respetado, en este momento los hermanos o los amigos cobran un papel importante. Aquí los padres tendrán que darles a los hijos su espacio y momento y estar presentes por si son necesarios en algún momento. Este hecho suele ser más frecuente en la adolescencia y los niños se vuelven más reservados que cuando son más pequeños. Es en este momento cuando los padres tendrán que estar más alerta y observar las conductas de sus hijos por si necesitan de su ayuda y ellos no son capaces de comunicarlo. Es importante que sepamos que, a veces, con el afán de ayudar a los hijos, los padres pueden convertirse en jueces, se critica o se censuran sus conductas con mucha rapidez y esto no favorecerá a la relación.

Es muy importante que desde muy pequeños tengan claro que cuentan contigo, estos son algunos errores que no debes de cometer si te interesa llevar una buena comunicación con tus hijos y/o tener un buen vínculo con ellos.

 

1. No escuchar a los hijos: cierto es que los niños pueden hacer cientos de preguntas al día y que someterse a ese interminable cuestionario es agotador, pero no dar respuesta a nuestros hijos impide abrir una vía de comunicación. Hablar con ellos es importante, pero también escucharles, saber cómo les fue el día, si tuvieron algún problema, cuál fue su mejor experiencia o simplemente a qué jugaron, es básico para cuidar el vínculo.

2. Gritarles: los gritos constantes a la hora de educar a los hijos sólo causan en ellos baja autoestima, minan su confianza, tienden a tener conductas más agresivas y les genera más estrés. Todos los expertos y psicólogos se unen en la misma afirmación: para educar a los hijos no hay que gritarles.

3. Castigarles: el exceso de autoritarismo, las constantes prohibiciones y la educación asociada al castigo no enseña nada al niño. Los psicólogos prefieren utilizar el refuerzo positivo y no el castigo, ya que el niño obtiene una enseñanza y además reforzamos su autoestima. En vez de sancionar constantemente podemos estimular el buen comportamiento con consecuencias favorables para ellos, por ejemplo: “si haces todas tus taras, puedes elegir hoy el postre”.

4. No dedicarles tiempo: el día a día nos sume en un sinfín de tareas que parecen no acabar nunca, sin embargo, sacar un poco de tiempo al día, por poco que sea para dedicarlo en exclusiva a nuestros hijos es fundamental. De lo contrario, poco a poco irán distanciándose de nosotros y el vínculo irá debilitándose.

5. No mostrar afecto: el contacto físico, los abrazos, los besos o simplemente decirles cuánto les queremos son costumbres que estimulan el vínculo entre padres e hijos. Si no realizamos estas pequeñas y simples acciones, nuestros hijos no sólo crecerán sin esa necesidad básica de afecto de todo ser humano sino que además no estaremos estimulando el apego con nuestros hijos.

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